domingo, 13 de enero de 2013

Derechos de autor 2, Alan Moore y Before Watchmen.

Rob Liefeld, autor de comics y hombre de negocios.



Este artículo está motivado, en principio, por cierto comentario que leí en un blog. En el mencionado Blog se reproducía una entrevista al señor Rob Liefeld  en la que hablaba de su relación con el señor Alan Moore (Moore trabajó para él durante una buena temporada escribiendo algunos comics, entre ellos, Supreme). En ella, entre otras muchas cosas, Liefeld describía a Moore como alguien obsesionado con el dinero que le pedía cada vez más trabajo con la intención de ganar cuanto más mejor. Lo primero que se me ocurrió al leer esto fue que, si Moore hubiese sido realmente alguien tan obsesionado con el dinero, no hubiese recurrido a Liefeld. Hubiera ido a Marvel y habría pedido que le dieran a Spiderman o a los X-Men, y se los hubiesen dado, porque es Alan Moore, o a DC, y haber escrito a Superman y así no tener que conformarse con un pastiche del personaje, que es lo que le ofreció Liefeld (Y si alguien piensa que estoy diciendo cosas inverosímiles, que repase la carrera de Grant Morrison). Pero dejando esto aparte por un momento, lo que me llamó la atención fue el comentario de un lector del blog, en el que decía que, aunque Alan Moore era un genio, como persona dejaba mucho que desear, tal y  como había demostrado enemistándose con media industria del comic.

Recientemente he leído una biografía de Alan Moore (The Storyteller, os la recomiendo si os interesan estas cosas). No es la primera biografía que leo de este autor ni lo primero que ojeo sobre él. En ella, entre otras muchas cosas, se cuenta cómo llegó el señor Moore a “enemistarse” con algunas de las editoriales en las que trabajó y porqué. Concentrándonos en lo más significativo, llegó a enemistarse con Marvel y DC (las dos grandes editoriales que publican comics en EE.UU.) porque  éstas demostraron muy poco  o ningún respeto hacia su persona y trabajo. Con Marvel la cosa fue un litigio que la compañía inició contra la obra del autor, Marvelman, dejando claro que no pensaban permitir que se editase en EE.UU. un comic que tuviera la palabra “Marvel” en el título si no les pertenecía a ellos. Con DC, la compañía se dedicó a apropiarse mediante todo tipo de estrategias legales de su obra y a mantenerle en un segundo plano en cuanto al control de la misma a pesar de que se trataba de un autor que había conseguido hacerles ganar una fortuna con su trabajo.


El señor Alan Moore, hablando en público.



Moore también se enemistó con la industria de Hollywood. Él decidió consentir que se llevaran a la gran pantalla dos de sus obras: From Hell y the league of extraordinary gentlemen, y quedó tan horrorizado ante el resultado y la mentalidad de la industria del cine que declaró que no quería que ninguna obra suya volviera a ser adaptada a la gran pantalla. Lejos de hacerle caso, DC comics (Propietaria de los derechos de reproducción de al menos las dos obras mencionadas a continuación) llevó al cine V for Vendetta y Watchmen, con resultados,  al menos, muy alejados de la obra original. Moore quiso que su nombre quedara excluido de estos proyectos y que todo el dinero que le correspondía en concepto de derechos de autor por las adaptaciones  de estas obras fuera a parar a sus colaboradores (David Lloyd y Dave Gibbons respectivamente). 

En la actualidad, DC comics ha lanzado un nuevo proyecto basado en su obra: before Watchmen. Este proyecto es una precuela  en comic de su obra más conocida, sin el consentimiento ni aprobación de Moore, que él simplemente considera algo vacío, innecesario y únicamente dirigido a explotar la gallina de los huevos de oro que es Watchmen (Una novela gráfica que, desde el día de su publicación, no ha dejado de reeditarse).


Bonita portada de Darwyn Cooke para uno de los comics del proyecto Before Watchmen.




Yo ya he declarado en este blog, en la primera entrada, mi preocupación porque los derechos de autor sean tratados como una mercancía que se puede vender, comprar, heredar y explotar.  A fin de cuentas, la animadversión de Moore con respecto a las grandes editoriales de comic para las que ha trabajado y con la industria del cine no son otra cosa que una diferencia de opiniones acerca de cómo ha de considerarse una obra artística. Mientras que la industria del entretenimiento (Personificada por Marvel, DC y Hollywood) considera que lo más importante de una obra es la cantidad de dinero que ésta puede llegar a producir. Moore, por el contrario, opina que lo principal es su integridad artística (Aunque sólo sea porque se trata del mensaje que el artista pretende transmitir con su trabajo), y es eso lo que ha estado demandando desde el principio y lo que le ha llevado a esa enemistad con esos grandes y poderosos colosos del entretenimiento. Moore podría haberse quedado con gran parte del dinero que en calidad de derechos de autor le correspondía de la taquilla de V for Vendetta y Watchmen. Podría haber dejado que su nombre figurara en los créditos como creador de la obra original, ayudando a la promoción de estas películas porque, no nos engañemos, cualquier cosa que tenga el nombre de Alan Moore se vende como rosquillas (Y las editoriales lo saben). Podría haber apoyado el proyecto de Before Watchmen, y haber incluso colaborado de alguna forma prestando ideas y ayudando a los profesionales que se encargarán de escribir y dibujar esos comics  En lugar de eso prefirió mantenerse anclado en su postura moral, pues para él era mucho más importante que se respetara la integridad de su obra que no cualquier compensación económica que pudieran pagarle.
Los portavoces de DC comics, responsables del proyecto Before Watchmen, entre los que se encuentran algunos creativos que dibujarán y escribirán los personajes de Moore, confiesan no entender la postura del autor británico. Para ellos, está claro que Moore firmó con los ojos abiertos el contrato que cedía a DC los derechos de explotación de esos personajes. Del mismo modo, entienden que una idea tan genial como Watchmen merece ser explorada (O explotada) porque lo contario sería un despilfarro. Algunos incluso tachan a Moore de contradictorio porque él también ha usado a personajes de otros autores para sus obras sin que eso le supusiera ningún problema moral.
Lo que sucede, en mi opinión, es que la industria del comic norteamericano está tan acostumbrada a vulnerar los legítimos derechos de los autores que trabajan para ellos, en explotar de mil maneras diferentes el trabajo de sus escritores y dibujantes, que no acaban de ver nada raro en volver a hacer lo mismo si, legalmente, están autorizados a ello. Muchos escritores y dibujantes se sentirán ilusionados si, al entrar a trabajar para alguna de las dos grandes les ofrecen hacer Spiderman o Superman, sin que ninguno de ellos se pare a pensar que sus genuinos creadores no van a percibir ni han percibido nunca un céntimo cada vez que alguien ha utilizado sus creaciones de la forma en que ellos están a punto de utilizar, y que, por muy legales que estas operaciones mercantiles sean, eso no las hace necesariamente justas o morales.















Fantástica ilustración de Kevin O´Neil para la portada del primer recopilatorio de The League of Extraordinary Gentlemen.



La idea de que Moore ha hecho lo mismo escribiendo the League of extraordinary gentlemen, donde utilizaba personajes de la literatura victoriana como Mister Hyde o el Hombre invisible, son simplemente una forma propia de la industria de ver el problema. Moore ha estado trabajando una y otra vez con personajes que no había creado él: él no creó a Swamp Thing, no creó a Marvelman ni tampoco a Supreme (Incluso podríamos discutir si lo creó Liefeld), pero si creó a John Costantine, y nunca le he oído quejarse de que DC lo utilizara para crear una colección de comics llamada Hellblazer. A mi modo de ver, John Constantine es un personaje que encaja perfectamente en la mentalidad de la industria: es un personaje que, pese a su complejidad, es lo suficientemente plano como para que de él se puedan escribir infinitas historias mientras su colección se venda, de modo que ¿Por qué iba a importarle a Moore que se hiciese precisamente eso? Por el contario, Watchmen es una historia cerrada con estructura de novela. Los personajes son redondos y completamente alejados del tipo de personaje plano e intemporal que es el superhéroe clásico  que estas editoriales explotan como franquicias ya sea en comics, merchandising o cine. Narrar lo que sucede antes o después, no solamente no tiene sentido, sino que le resta significado a la obra original.
Por otro lado, cuando Moore ha utilizado personajes creados por otras personas, en todas las ocasiones lo ha hecho de una forma completamente distinta a como cualquier otro (incluyendo sus creadores originales), ha tratado a esos personajes. Uno de los problemas que Moore  decía tener con este tipo de estrategia comercial que expolia sistemáticamente cualquier obra suya que sea capaz de caer en manos de una de estas editoriales es que se siente especialmente decepcionado ante la falta de ideas que sufre la industria del entretenimiento, que se dedica a robar las ideas que tuvo hace ya treinta años o las de cualquiera con tal de paliar una ausencia de talento y de imaginación que constituye el verdadero problema del negocio del entretenimiento (Y si os parece que no es así, decidme qué necesidad había de hacer La Sirenita 2, 102 Dálmatas o la nueva trilogía de Star Wars).
De modo que, no tengo información para saber si Alan Moore es un buen tipo o, por el contrario “deja mucho que desear”, no lo conozco en persona para opinar, pero al menos sí que puedo afirmar que es una de las pocas voces, no ya honestas en el panorama del comic mainstream, pero al menos si valientes y fieles a sus principios y lo suficientemente conscientes como para no consentir que las prácticas abusivas a las que los profesionales están acostumbrados se conviertan en la norma que todos han de acatar porque, al fin y al cabo ¿De qué otra forma se pueden hacer las cosas? Eso es un conformismo siniestro, que deja bien claro que el mundo del comic va a tener muy difícil hacerse con el justo respeto que se merece junto a otros medios como la literatura convencional o el cine. Obras como Watchmen y autores como Moore son el camino para conseguirlo, y obras como Before Watchmen y la adaptación al cine por parte de Hollywood el camino contrario.

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